“nunca me arrodillaré, y menos aún me rendiré”
20 de Septiembre 2011
Hola Rodri! Mis mejores deseos para ti!
Te escribo esta carta desde mi más profunda indignación, rabia e impotencia. Acaban de dejarme salir del dep. especial donde me han tenido aislada desde el sábado. Sanción que me ha costado un trozo de paleta (si, si, un diente) derecha.
Te cuento la historia surrealista q he vivido.
Todo comienza el sábado por la mañana, yo estaba sentada en un rincón del patio (donde dolía sentarme con Patri) tranquiila, a mi rollo, escuchando un CD de Vomito Nuclear, cortesía de un colega, y leyendo a Kafka, lucía una maravillosa camiseta de tirantes blanca que diseñé tras la muerte de patri en la que dice: Convivo con asesinos… (y por detrás) Vosotros matasteis a patri. Hasta ahí todo correcto.
Cuando alzo la vista veo frente a mí a la jefa de servicios con dos funcionarios más matándome con la mirada. Me quiito los caskos y pregunto que sucede, a lo que me contestan que no puedo llevar camisetas amenazadoras y provocadoras en el centro. No quepo en mi asombro, pero ¡que estoy oyendo! Me dicen que suba inmediatamente a mi habitación, me cambie de camiseta y tire la que llevo. Yo, haciendo mérito de mis buenos modales intento dialogar con semejante fascista, alegando mi derecho a la libertad de expresión y mi conducta siempre “correcta” hacia ellos.
Responden faltándome el respeto, me llaman imbécil, desecho social, antisistema y barbaridades que no caben en mi diccionario, a la vez que el funcionario obeso con manchas de sudor me agarra del brazo y me levanta del suelo a la fuerza, todo el patio mira, nadie dice nada, continuó exigiéndome que me quitara la camiseta, no sabes Rodri la impotencia que sentí ante tal coacción, ante tal insulto… Reaccioné de la mejor forma que pude y sentí, no pensaba permitir que me quitasen también mis ideales, mi dignidad, mi identidad, y mucho menos permitir que dañasen mi amor propio…
Me quité la camiseta, allí, en medio del patio, y no llevaba sujetador, me planté delante de ellos, tetas al aire y les dije: “¿mejor así señor?” Este fue el comienzo de lo que yo creía imposible; me bajaron al dep. especial (serían las 12 del mediodía) agarrándome tan fuerte del brazo que aún conservo sus dedos señalados. Abrieron la celda y la perra de la jefa de servicios (estando yo agarrada todavía) me cogió del pelo y entre insultos y gritos me golpeó. Dolía, dolía muchísimo, pero ¿sabes? Lo que más dolía era mi orgullo, no daba crédito a lo que estaba sucediendo!
En año y 2 meses que llevo en prisión NUNCA he tenido ningún parte ni amonestación, ni peleas (coño, soy pacifista!) y por una camiseta en la que expreso mis sentimientos, mis ideales, me parten un diente! Y los salvajes y desechos sociales, ¿somos nosotros?
La cosa no acaba ahí, soy vegetariana y lo saben, pues la única comida que he recibido en mi aislamiento ha sido evidentemente carne con un mensaje del funcionario “que eso es lo que hay, que no estoy en un hotel y que la próxima vez me lo pensaré dos veces”.
Sabes Rodri, no he comido, no voy a cambiar mi alimentación, prefiero pasar hambre, y hoy cuando me han dejado volver a mi habitación me he duchado y me he vuelto a poner “mi camiseta”. Soy una luchadora y amo a mis principios y amo tal y como soy. Ni sus amenazas ni sus coacciones, ni tan siquiera sus palizas van a cambiarme, sino todo lo contrario, me llenan de odio, rabia y fuerza para seguir luchando en la batalla de construir un mundo mejor.
Y este ha sido mi maravilloso fin de semana penitenciario, lleno de lágrimas, dolor e impotencia, quería compartirlo contigo, seguro que me entiendes, pero como ya te he dicho antes, sólo me hace más grande y más fuerte y seguiré con mi camiseta puesta!
Con todo mi amor, rabia y fuerza
J.
“nunca me arrodillaré, y menos aún me rendiré”
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