A finales de abril de 2007, un joven neonazi es
supuestamente agredido por lo que él entiende como un “grupo de antifascistas”
y con la indispensable ayuda de la brigada de información de la policía
nacional, identifica a dos jóvenes antifascistas que ni participaron en la
supuesta agresión ni se encontraban en el lugar en el que supuestamente
ocurrió.
Desde ese momento, hasta que la sentencia derivada del
montaje policial es firme, se producen toda una serie de hechos, tanto en lo
jurídico como en lo policial, que nos hacen constatar la intención de
incriminar a estos dos compañeros por su conocida lucha y trayectoria en el
movimiento antifascista.
Para empezar, el tratamiento de los mass-media fue
lamentable, tergiversando, negando u ocultando muchos datos relativos a la
pertenencia a grupos neonazis del denunciante, intentando hacer creer que la
supuesta agresión se produjo por ser “el hijo de la abogada que un par de años
antes defendió a un neonazi juzgado en
Valladolid por grabar esvásticas con una navaja en la piel de varias menores de
edad”.
Llegado el momento del primer juicio, la abogada –y también
madre del denunciante- se indispone repentina y sospechosamente y el juicio ha de ser aplazado -daba la casualidad
de que el juez que presidiría el pleito era uno de sustitución y no el que
habían designado desde un principio-
Tres meses después se fija la celebración del juicio, esta
vez con el magistrado nombrado desde el inicio. En este juicio se producen una
serie de irregularidades que como poco, harían que el proceso fuera declarado
nulo.
Desde la espera fuera de la sala, numerosos compañeros son
testigos del trato amigable y cordial de los agentes de la brigada de
información de Valladolid –que acudían en calidad de testigos- con el denunciante y otro grupo de testigos.
En el momento de la declaración de los agentes de la brigada, uno de ellos
relata cómo el supuestamente agredido llega a la comisaría, dice que le han
agredido dos antifascistas y él, automáticamente, le enseña las fotos de los
dos compañeros imputados, firmando el denunciante encima de ellas.
Al ser preguntado por uno de los abogados de la defensa si
no había llevado a cabo el protocolo –rueda de reconocimiento, complexión,
altura, etc.- para garantizar que la identificación se había realizado de
manera correcta, el policía respondió “son errores que surgen, él me dijo
quiénes eran y yo no me compliqué la vida…saqué sus fotos y el denunciante
firmó sobre ellas. Omar y Sergio son viejos conocidos para nosotros”.
Durante el transcurso del juicio no se pudo demostrar en
ningún momento la presencia o autoría de los compañeros en la supuesta agresión. Aun así, Omar y Sergio
fueron condenados a 4 años de prisión con agravante de “ataque racista” y a
1.200 € de responsabilidad civil.
Al finalizar el juicio, la madre-abogada del
denunciante saluda efusivamente dando dos besos al juez en medio de la sala.
Ahora tenemos claro el porqué de la repentina indisposición de esta persona en
el primer juicio. ¿El juez sustituto hubiera participado de igual manera en
todo este circo? ¿hubiera dado pie a este montaje? Quizás éste no
era tan amigo de la madre-abogada.
Tras un recurso, la sentencia fue rebajada a 2 años y 3
meses, no observándose el “ataque racista”, ya que el denunciante y los
denunciados son de la misma etnia. Aun así, la pena era superior a 2 años y la
suspensión de condena solo podría darse si se rebajaba a 2.
Los compañeros interpusieron una solicitud de indulto que
fue denegada el pasado mes de febrero, lo cual agota todas las posibles vías de
recurso para la prisión.
El último episodio de todo este circo se produce cuando el
juzgado comunica a la abogada de uno de los compañeros que desde hace varios
días ambos se encuentran en busca y captura para ser conducidos a prisión para
ejecutar la condena.
Tras unos días de incertidumbre, donde los propios abogados
no dan crédito a que no se notifique a los condenados día y hora de presentarse
en la prisión y, en cambio, se efectúe una orden de arresto, finalmente se
consigue modificar este “error” y se les fija un plazo para presentarse
voluntariamente.
Por último, queremos contrastar la condena impuesta a los
compañeros por unas simples supuestas “lesiones” con la condena al neonazi
defendido por la madre-abogada del denunciante de todo este circo, al que grabar esvásticas con una navaja en la piel
de varias menores de edad le costó tan solo 1 año y 6 meses de prisión. En
cambio, Omar y Sergio, serán privados de su libertad 2 años y 3 meses por una
acusación que a día de hoy no ha sido demostrada.
Juzguen ustedes mism@s.
SER ANTIFASCISTA NO ES
DELITO. BASTA DE MONTAJES.
¡OMAR Y SERGIO
LIBERTAD!
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