Causa miedo y preocupación ver a un juez, actuar en la sala como un chulo de barrio,con contestaciones soeces y despectivas hacia los que están en la sala, mostrando una animosidad incompatible con su labor, que le exije imparcialidad, sentido de la compostura, respeto a la Sala de Justicia y no perder los papeles. Resulta paradójico ver que incluso el acusado, se comporte con más respeto a la sala de vistas que el propio juez.
Todos hemos podido ver las imágenes, porque nos han mostrado extractos por televisión, del juicio que la juez Ángela Murillo ha conducido (por llamarlo de alguna manera), Con el acusado sentado, Arnaldo Otegi. Si no fuera por la toga que vestía, cualquiera diría que habían intercambiado los papeles, y es que la jueza se dirigía como una auténtica barriobajera chulesca, sin mostrar respeto por la sala de Justicia, y dirigiendo frases de dudoso gusto e impropias en un juez. Hay que decir que si en vez de juez, hubiera estado en la sala en calidad de abogada, fiscal, o acusada, hoy estaría procesada por desacato al tribunal, y sancionada por comportamiento impropio ante el tribunal.
Que la abogada pida permiso para que el acusado pueda beber agua, pues se lo estaban impidiendo sus policías custodios, y se desplante con un “por mí como si toma vino”, es más propio de una burda tertuliana de Tele5 o de el borachín del bar de abajo, que de una juez ejerciendo sus funciones. No, señora Murillo, debe usted saber que el acusado está obligado a pedirle permiso a usted para beber agua, el acusado y toda la sala depende de usted, porque es usted la autoridad única y suprema en ese recinto. A usted le concierne, le incumbe, y está obligada a dar respuesta correcta a cualquier petición que se haga en la sala. Así que no puede hacer usted como si la petición no va con usted. Diga un sí, un no, o un “dentro de un rato”, o “se suspende por 5 minutos la sesión”, o algo que conste en el derecho procesal, pero no un “por mí como si bebe vino”. Le diré por qué, ya que usted no sabe comportarse. Porque si usted dice en la sala “Se suspende la sesión por necesidad de cambio de vestuario” porque a usted se le ha roto la toga, y el acusado o un abogado le salta “por mí como si se va a mear” o “por mí como si se cambia la braga”, o cualquier bobada parecida a lo que usted, en puro estilo chabacano soltó, seguramente usted habría abierto una causa por desacato al abogado o al acusado.
Es más, si ya es preocupante ver que en vez de labor de juez, usted tiene el ánimo de hacer de tertulana burda, más preocupante es que no sepa usted de leyes, porque usted sabe perfectamente que un acusado tiene prohibido por ley tomar alcohol, máxime cuando su condición es de reo, reo preventivo. Otegi no puede bebe vino, como usted le permitía hacer, simplemente la ley se lo prohibe en la situación procesal que él está, y la ley le prohibe a usted mandar o permitir beber vino a ese acusado. Es preocupante que la juez no sepa los más básicos aspectos de la legislación en ese sentido.
Pero vamos un poco más allá, cuando he dicho que bien parecía que se hubieran cambiado los papele y la juez estuviera haciendo el papel de gamberrillo sentado en el banquillo. La situación de que un juez, pregunte en la sala a ver si el acusado “condena” o “no condena”, es absurda. Otegi perdió la excelente oportunidad de responderle “¿Condenar yo? ¿Pero quien es el juez, usted o yo?”, aquí el juez, el que debe condenar y el único que puede condenar es usted. la juez, quien debe condenar a ETA es usted, el juez, no el acusado el único capacitado por ley para condenar es usted, la juez. El acusado no está en la sala para condenar, está en el sillón de acusados para defenderse, no para condenar.
Señora Murillo, si usted acude a la sala de vistas con ánimos de buscapeleas de barrio, con modos de chusca macarra, no acuda como juez. Vaya a una tertulia de radio o de televisión. Por mi parte, preocupación al constatar que usted no está preparada para juzgar. No conserva usted objetividad, sus modos lo indican.
De hecho ya tuvieron que corregirle a usted sus superiores del Tribunal Supremo. Cuando a otro grupo de vascos (contra quienes parece que usted tiene algo personal) les condenó usted por terrorismo aduciendo que una asociación que defiende la desobediencia civil pacífica como método para alcanzar logros sociales, sirve a intereses terroristas (Asociación Josemi Zumalabe en el juicio 18/98). Usted con su animosidad personal y falta de objetividad que mostró durante ese juicio condenó después a personas a las que luego sus superiores tuvieron que absolver. Causando usted un daño irreparable a los encausados, y pudiéndolo haber causado aún mayor, de no haber sido corregido su sentencia injustificada. Su animosidad causa daños en los ciudadanos. Y su cargo es de mucha responsabilidad, más que la que su personalidad soporta.
Su animosidad personal, en todo lo referente a temas del País Vasco, y mucho me temo que en varios otros temas, así como su falta de objetividad y sus fobias y filias previas, le inhabilitan para la labor de juez, en un tribunal cuyas resoluciones pueden arruinar la vida y el futuro de muchas personas. Dedíquese a otra cosa. Para juez no vale.
Y mientras no la aparten de la carrera judicial por incompetente, recuerde: La que condena es usted, no el acusado. El no puede hacerlo, la ley se lo impide, y a usted se lo faculta. Otra más, cuando un acusado responde a una pregunta, el juez no dice “ya sabía lo que iba a responder”, eso está de sobra en un juez, incluso lo estaria en alguien de menos reponsabilidad como un fiscal. El juez no puede saber lo que le van a responder, su labor es preguntar, y escuchar la respuesta. Si ya supiera la respuesta no preguntaría.
Apréndase las leyes mejor, el acusado no puede beber vino. Y para beber agua precisa su autorización. Para la siguiente ya lo sabe.
http://www.presos.org.es/
dilluns, 1 de febrer del 2010
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